sábado, 12 de enero de 2013

"EL ENTIERRO EN ORNANS", DE GUSTAVE COURBET


Entierro en Ornans
Gustave Courbet (1819-1877)
1850
Óleo sobre lienzo
315 × 668 cm
Museo de Orsay, París

Las tensiones sociales provocadas por la revolución de 1848 hicieron que el arte se situara en una relación nueva frente a las instituciones artísticas oficiales, frente al público y, por extensión, frente al conjunto de la sociedad. Courbet es uno de esos artistas que pensaban que, una vez que el arte había conseguido un peso político en Francia a mediados del siglo XIX, podía influir políticamente en la sociedad de manera activa, aunque en pequeña escala, con su trabajo. Este tipo de actitud es la que se conoce con el nombre de "vanguardia". Al tomar como tema un acontecimiento de carácter religioso, El entierro en Ornans alude al papel de la Iglesia como autoridad social, pero refleja también las tensiones internas de esta sociedad y sus ambigüedades. Es lo que destaca T.J. Clark al hablar de este cuadro: "Nos muestra, esquematizados, los elementos que constituyen un ritual concreto, pero no su desarrollo. Ha pintado una oración sin nadie que rece; el acontecimiento de una experiencia religiosa, pero en vez de los gestos, secretos o evidentes, encontramos unas expresiones fijas y congeladas. (Esta apreciación se aplica a las caras individuales pero también al conjunto de la escena.) No es exactamente una imagen de falta de atención; lo grotesco no son exactamente, salvo en las caras de algunas mujeres, las huellas de dolor o ensimismamiento propias de un entierro: las caras enrojecidas de los curas que encabezan el cortejo y los gestos chirriantes de los dos viejos colocados delante de la tumba. " (Clark, T.J)

La pintura "trata de religión" pero no es religiosa; se preocupa por la solemnidad pero también es satírica. Encierra una cierta indefinición, los rostros de sus personajes no manifiestan ningún tipo de intereses o emociones concretas. Estas ambigüedades y vaguedades no están "ahí en la pintura" ni constituyen su tema, sino que son, más bien, algo propio de la forma en que Courbet representa el tema, los recursos que utiliza para pintarlo y para conferirle una categoría.

A Courbet no se le reprochó que pintara una escena banal en un lienzo de tales dimensiones, que, normalmente, se encontraban reservadas para la pintura de historia. Pero al decidirse por un formato semejante y darle tratamiento de pintura de historia a un asunto que para el público parisino se encontraba fuera, o más allá, de la historia, Courbet planteaba la primera ambigüedad, una "pintura de historia" dedicada a un fin "ahistórico".

Al plantear una relación entre título e imagen estaba planteando una segunda -y provocadora- ambigüedad. Ornans era un lugar pequeño, casi desconocido para los parisinos. Por lo tanto, un título como El entierro en Ornans provoca dos expectativas diferentes sobre el espectador, la muerte y la vida pacífica propia del mundo rural; pero no se cumple ninguna de las dos: muy pocos de los cuarenta y cinco asistentes al entierro están prestando atención al ataúd, a la tumba o al cura que está oficiando el entierro. Incluso el grupo de curas presentes parecen que tienen sus pensamientos en otro lugar (sus narices rojas apuntan a intereses venales); salvo en las caras llorosas de las hermanas de Courbet (a la derecha) podemos encontrar muy pocos signos de emoción. Y el único personaje que parece mirar hacia la tumba muestra un tipo de dolor muy convencional. El símbolo religioso más importante, el crucifijo, aparece separado visualmente del grupo en escena, vinculado al cielo vacío y no con los campesinos que aparecen agrupados un poco más abajo.

Lo que aglutina a estas personas es su pertenencia a un grupo social y no la devoción religiosa. La pintura nos muestra un acontecimiento social, carente de un sentido más profundo, dentro del que cada uno ocupa su lugar, un lugar perfectamente establecido y que cada uno sabe muy bien cuál es. Por lo tanto, una pintura cuyo título parece prometer una tranquila meditación sobre la muerte, lo que está ofreciendo en realidad es una imagen de la sociedad rural.

Las tensiones sociales provocadas por la revolución de 1848 hicieron que el arte se situara en una relación nueva frente a las instituciones artísticas oficiales, frente al público y, por extensión, frente al conjunto de la sociedad. Courbet es uno de esos artistas que pensaban que, una vez que el arte había conseguido un peso político en Francia a mediados del siglo XIX, podía influir políticamente en la sociedad de manera activa, aunque en pequeña escala, con su trabajo. Este tipo de actitud es la que se conoce con el nombre de "vanguardia". Al tomar como tema un acontecimiento de carácter religioso, El entierro en Ornans alude al papel de la Iglesia como autoridad social, pero refleja también las tensiones internas de esta sociedad y sus ambigüedades. Es lo que destaca T.J. Clark al hablar de este cuadro: "Nos muestra, esquematizados, los elementos que constituyen un ritual concreto, pero no su desarrollo. Ha pintado una oración sin nadie que rece; el acontecimiento de una experiencia religiosa, pero en vez de los gestos, secretos o evidentes, encontramos unas expresiones fijas y congeladas. (Esta apreciación se aplica a las caras individuales pero también al conjunto de la escena.) No es exactamente una imagen de falta de atención; lo grotesco no son exactamente, salvo en las caras de algunas mujeres, las huellas de dolor o ensimismamiento propias de un entierro: las caras enrojecidas de los curas que encabezan el cortejo y los gestos chirriantes de los dos viejos colocados delante de la tumba. " (Clark, T.J)

La pintura "trata de religión" pero no es religiosa; se preocupa por la solemnidad pero también es satírica. Encierra una cierta indefinición, los rostros de sus personajes no manifiestan ningún tipo de intereses o emociones concretas. Estas ambigüedades y vaguedades no están "ahí en la pintura" ni constituyen su tema, sino que son, más bien, algo propio de la forma en que Courbet representa el tema, los recursos que utiliza para pintarlo y para conferirle una categoría.

A Courbet no se le reprochó que pintara una escena banal en un lienzo de tales dimensiones, que, normalmente, se encontraban reservadas para la pintura de historia. Pero al decidirse por un formato semejante y darle tratamiento de pintura de historia a un asunto que para el público parisino se encontraba fuera, o más allá, de la historia, Courbet planteaba la primera ambigüedad, una "pintura de historia" dedicada a un fin "ahistórico".

Al plantear una relación entre título e imagen estaba planteando una segunda -y provocadora- ambigüedad. Ornans era un lugar pequeño, casi desconocido para los parisinos. Por lo tanto, un título como El entierro en Ornans provoca dos expectativas diferentes sobre el espectador, la muerte y la vida pacífica propia del mundo rural; pero no se cumple ninguna de las dos: muy pocos de los cuarenta y cinco asistentes al entierro están prestando atención al ataúd, a la tumba o al cura que está oficiando el entierro. Incluso el grupo de curas presentes parecen que tienen sus pensamientos en otro lugar (sus narices rojas apuntan a intereses venales); salvo en las caras llorosas de las hermanas de Courbet (a la derecha) podemos encontrar muy pocos signos de emoción. Y el único personaje que parece mirar hacia la tumba muestra un tipo de dolor muy convencional. El símbolo religioso más importante, el crucifijo, aparece separado visualmente del grupo en escena, vinculado al cielo vacío y no con los campesinos que aparecen agrupados un poco más abajo.

Lo que aglutina a estas personas es su pertenencia a un grupo social y no la devoción religiosa. La pintura nos muestra un acontecimiento social, carente de un sentido más profundo, dentro del que cada uno ocupa su lugar, un lugar perfectamente establecido y que cada uno sabe muy bien cuál es. Por lo tanto, una pintura cuyo título parece prometer una tranquila meditación sobre la muerte, lo que está ofreciendo en realidad es una imagen de la sociedad rural.



Los 27 personajes eran todos habitantes de Ornans que Coubert hizo posar en su taller. A partir de datos de los archivos municipales y de actas notariales, los historiadores han podido dar nombre a gran parte de todos los personajes. Los cuatro portadores están vestidos con guantes blancos, ropa de color negro y grandes sombreros con los bordes redondeados. Cargan con el féretro que está tapado por una sábana blanca (5) y giran la cara hacia el lado contrario (era costumbre exponer el cuerpo durante algunos días antes del funeral y el olor, fue representada así por el artista). 1.- Un músico (que también se encuentra en la obra Después de la cena en Ornans). 2.- Era posiblemente un zapatero artesano. 3.- Un agricultor propietario,. 4.- Un propietario. Los personajes 1 y 4 eran amigos de Coubert.

Los cinco sacristanes se encuentran detrás del sacerdote, a la izquierda del ataúd y van vestidos de blanco. 7.- Uno de ellos es el que lleva la cruz y es un viticultor. Los otros dos (6) y (8) son, respectivamente, un músico y un zapatero artesano. El grupo de los sacristanes está conectado al cielo a través de la cruz, que supera la multitud y los acantilados del fondo.

De los dos monaguillos, el primero (9) mira hacia un personaje portador, que le toca el gorro; y el segundo (10), en el primer plano, es el que sostiene el acetre con el agua bendita.

El sacerdote (10) va vestido con la capa pluvial de negro, color litúrgico entonces para el funeral, y lee en el libro que tiene en sus manos las oraciones por el difunto. Se encuentra delante de los revolucionarios (22 y 23) del otro lado de la fosa. Los laicos: son los empleados de la iglesia secular, que garantizan el buen desarrollo de las ceremonias religiosas. El de la izquierda (12) es un enólogo, mientras que el situado en la derecha (13) es un humilde zapatero. El color rojo de sus vestidos y los sombreros dan la sensación de venir directamente de un cuadro de la Edad Media, sin embargo, se encontró en la sacristía de la iglesia de Ornans uno de estos sombreros.

El sepulturero, (14) Anthony Joseph Cassard, hijo de un zapatero y que era un campesino, apoya su chaqueta y gorro de lana al borde del hoyo que ha terminado de cavaro como se aprecia por el color de la tierra. Está esperando la llegada del féretro y tiene una rodilla hincada en el suelo. Sus ojos se encuentran en la mitad de la altura de la pintura y está con la cabeza girada hacia el grupo de oficiantes, nos traslada al mundo espiritual de la ceremonia; el resto de su cuerpo nos lleva hacia la parte inferior del mundo y la realidad: el entierro del cadáver.

Otro grupo de hombres. en primer plano son los dirigentes burgueses: (15) un juez; (16) el alcalde Ornans, Prosper Teste; (19) la mujer de la parte central de la pintura se cree que es la viuda del muerto; (21) un comerciante rico; (20) un abogado amigo de Courbet. Al fondo se encuentran dos amigos de la infancia del pintor, (17) un jubilado soltero y (18) un burgués.

Los revolucionarios: llevan un vestido usado por los revolucionarios entre 1792 y 1793 (durante la Primera República Francesa). La fecha de la pintura es del 1849 y Courbet fue testimonio de la llegada de la Segunda República Francesa del 1848. El primero (22) tiene unas medias blancas y el segundo en el primer plano (23) las medias verdes-azules. La mano extendida hacia la tumba parece oficiar al mismo tiempo que el sacerdote que se encuentra delante de él. Representa con esto la incongruencia entre la República y la Iglesia. Es también, asimismo, el compromiso político de Courbet que fue un partidario de la Comuna de París en 1871.

Un grupo de mujeres encabeza el séquito; son las representantes de las mujeres de la familia de Courbet: su madre (24) y tres de sus hermanas (25), (26) y (27). La niña (28), en el extremo derecho de la pintura, es una sobrina del artista. La calavera (29) hace alusión al cementerio, lugar de muertos.

Fuente: www.lasalle.es

1 comentario:

Anónimo dijo...

sublime